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martes, 14 de mayo de 2013

AMO ESTA ISLA...


GLORIETA DEL PARQUE DE NUEVA GERONA
¿Cómo describir los amores que siento por mi Isla, la de Pinos, la de las cotorras, los piratas, del tesoro, la toronja o de la Juventud? ¿Cómo encerrar en unas pocas líneas todo el tiempo que ha transcurrido por esta ínsula cubana? Es un reto muy difícil para alguien que solo ha vivido su primer cuarto de siglo; por eso solo me dispongo a meditar acerca de lo que somos y de lo que podemos ser.

BULEVAR DE NUEVA GERONA
Pude haber nacido en Pinar del Río como mis tíos; o en Guanabacoa como mis primos; o simplemente no haber nacido; pero quiso el destino que mis padres se conocieran en una noche cualquiera de un día cualquiera en una fiesta cualquiera de esta Isla. Por eso hoy la miro en 180 grados para que nadie venga desde afuera a decirme cuáles son sus virtudes y defectos. Yo los conozco, o al menos eso creo, aún cuando mi corta edad no me permita comparar los últimos 20 años con la gloriosa década del 80, donde la Isla era una joyita de Cuba y de los cubanos. 

BULEVAR DE NUEVA GERONA

IGLESIA "NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES"
Soy de esa generación que creció viendo el socialismo y el Período Especial como dos ramas de un mismo árbol. Recuerdo que mis padres hablaban de abundancia, recursos y estabilidad económica. Pero todo quedó en el pasado, no logró ver el siglo XXI porque sucedió lo inevitable: la Unión Soviética se desmoronó ante los ojos de un mundo que se dividía entre socialistas y capitalistas. Y ahí estábamos nosotros, en medio de esa división, construyendo nuestro propio camino. 


Entrábamos rápidamente en una pesadilla sin saber cuándo despertaríamos. La escasez se volvió parte de la cotidianidad. Nos acostumbramos al “no hay” o al “se acabó” y con lo material se fueron también algunos valores morales. La crisis puso en duda el futuro de los niños, que como yo, no conoceríamos la parte positiva de la historia y crecimos confundidos, pero inocentes, entre las consignas del matutino y la realidad de nuestros hogares.
BULEVAR DE NUEVA GERONA
Se que todo esto acabará un día, que no vendrá nadie de afuera a entregarnos la fórmula mágica que convierta el lodo en oro y mucho menos que transforme el entorno como sucede en las películas de Disney. Aspiro a que seamos nosotros quienes construyamos una Isla diferente, insertada en el mundo y capaz de avanzar aún cuando todo parezca difícil. No deseo sonar retórico y mucho menos repetidor de consignas, pues no creo en ellas; solo creo en el hombre y en la mujer y su capacidad para construir el destino. Creo en los niños que desde su inocencia dicen las verdades a los cuatro vientos. Creo en quienes creen en lo posible y lo imposible, siempre con objetividad. Creo en aquello que, aún siendo utópico, puede estar más cerca de lo que creemos.








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