Rueda el tema de presentación del
programa. La señal lumínica indica que ya estamos en el aire. Doy la fecha: 1º
de diciembre, una jornada especial para los locutores de Cuba, pues celebramos
nuestro día. Para nadie es un secreto que este país ha sido formador, desde sus
inicios, de importantes profesionales de la palabra; artistas que con su
talento han calado en lo más hondo del gusto popular. Mencionar nombres sería
redundar, pues la lista es demasiado grande… pero el talento mucho más.
Aprovecho el corte musical
intermedio para recordar que vivimos en el siglo XXI, la Radio Cubana ya tiene
90 años, y para las nuevas generaciones de locutores es un reto y una enorme
responsabilidad asumir ese legado dejado por nuestros predecesores. No es tarea
fácil, créanme. Hay que prepararse más, estudiar todos los días, saber como
amaneció el mundo, conocer las tendencias culturales y políticas del momento y
propiciar que nuestros oyentes o televidentes se acerquen a esa información de
una manera creíble, sencilla pero directa. No podemos violentar los espacios,
debemos ser respetuosos con esas personas que nos dejan entrar a sus casas, que
nos abren las puertas de su intimidad a través de nuestros programas. Por eso creo
que más allá del desenfado y la informalidad que a veces queremos dar en
nuestros espacios, debemos preservar la ética profesional. Ser locutor
significa comunicar, pero también quiere decir conversar, proponer, sugerir,
intercambiar. No se trata de matar la iniciativa, de ser esquemáticos o
tradicionalistas, pero sí de construir con nuestro intelecto palabras cultas
que enriquezcan el espíritu de nuestro receptor… ¿y por qué no?... de nosotros
mismos.
Vuelve a encenderse la señal
lumínica y a mi mente viene un refrán muy popular que dice: “hay de todo en la
viña del señor”, y me parece que sí, pues como también existen locutores
buenos, existen locutores malos, en mi caso quisiera en un futuro ser de los
buenos, pero de todos aprendemos siempre, porque si algo tiene esta profesión
es precisamente que todos los días se debe estar dispuesto a aumentar el caudal
de sabidurías. No se puede concebir a un locutor joven que diga: YO ME LAS SE
TODAS. Eso es mentira… ese ser está destinado al fracaso. Por eso creo ser de
aquellos que no se conforma con lo que tiene, con lo que ha logrado, con lo que
sabe… todos los días trato se sumar una palabra nueva a mi vocabulario, de
aprender a escuchar a los demás, de construir mi propia manera de ser, y de
ofrecerle a los otros una felicidad natural.
Creo que por esos caminos debe
andar la joven locución cubana de estos tiempos… ya corre el tema de despedida…
solo queda agregar a los créditos una felicitación en este día tan especial… y
reiterar la invitación para un próximo encuentro.
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