A Santiago no se
llega a pie, contrario a lo que dice una popular conga; pero vale la pena el
trayecto, pues una vez que la ciudad te recibe sientes que eres parte de ella.
Majestuosa e impresionante Santiago de Cuba es ese sitio al que siempre se
quiere regresar.
Por eso en cada mes
de septiembre le da la bienvenida a jóvenes radialistas que, deseosos de
conocer las nuevas tendencias de la Radio Cubana, se dan cita en un evento
único de su tipo: el Concurso de la Radio Joven “Antonio LLoga in memorian”. Este
encuentro se propone en cada edición rendir homenaje a uno de los hombres más
importantes que ha tenido nuestro país cuando se habla de producción radial.
Lloga dejó su impronta en esa bella y encantadora ciudad y sería un ejemplo
para las generaciones que le prosiguieron en su trayectoria artística.
El reencuentro con
viejas amistades, la posibilidad de conocer a otros colegas, intercambiar
experiencias, opinar libremente de un producto radial y ofrecer posibles
soluciones a los problemas que enfrentamos constituye la motivación principal
de quienes año a año repetimos la experiencia.
Esta edición XXII
estuvo especialmente dedicada al aniversario 90 de la Radio Cubana, por eso las
expectativas de quienes asistimos eran superiores a años anteriores. Lástima
que nuestros directivos no hayan tenido la oportunidad de saber cómo pensamos
los jóvenes radialistas cubanos, nuestras preocupaciones y expectativas en un
medio que necesita rejuvenecer y no revivir glorias pasadas, sino reconstruir
su propio destino teniendo en cuenta nuestros criterios. Por otra parte
sabíamos que dos importantes figuras estarían con nosotros: Iván Pérez y Andrés
Masorra, ambos Premios Nacionales de la Radio. La oportunidad de compartir con
dos hombres que han dado su vida al medio, al menos para mí, constituyó un
placer; sobre todo porque uno de ellos (Masorra) fue fundador de CMBY Radio
Caribe, el lugar donde he crecido haciendo de la radio parte de mi vida.
Escucharle hablar con esa pasión de los años 60, cuando llegó con solo 27 años
a dirigir una pequeña emisora en Isla de Pinos, donde contaban solo con dos
tocadiscos, una consola y un micrófono, fue para mí vivir aquella época.
Confieso que fue insuperable en el aspecto más personal, porque ¿lograrías
imaginar a Radio Caribe en sus inicios? Masorra me trasladó en el tiempo.
Luego de cinco días
de constante trabajo volvió a quedar Santiago a nuestras espaldas, en medio de
las montañas de una sierra, llena de historia y simbolismo. Realmente nunca le
dijimos “adiós”, sino “hasta luego”, porque al igual que Antonio Lloga Simón,
nuestros pasos quedaron grabados en sus calles, las miradas sobre la bahía y
los recuerdos entre sus paredes y muros. El almanaque dejará correr doce meses,
para que una vez más el trayecto hacia la capital del Caribe, sea motivo de
reencuentro, porque la radio joven hecha en Cuba necesita nutrirse del Lloga
por todo lo que representa, lo que vale y lo que es.
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